EL PERDÓN DEL ALMA

06.06.2014 23:37

 Dice "Lao Tse" en el verso 23 :

"Un torbellino no dura toda la mañana, un chaparrón no dura todo el día.

¿Quién los produce? El cielo y la tierra . Si los fenómenos del cielo y la tierra no son duraderos...

¿Cómo las acciones humanas podrían serlo?                                                  

Cinco siglos antes de Cristo, ya se hablaba del perdón del alma y de sus acciones, de aceptar y dejar pasar sus consecuencias desde el amor más profundo hacia la humanidad. Culturas y civilizaciones separadas en el espacio y el tiempo coinciden en lo mismo, "el perdón incondicional entre nosotros, ante uno mismo". No debe ser tan difícil entonces, y si no es tan complicado...¿Qué nos hace no practicarlo hoy en día? ¿Qué se interpone entre nuestras acciones y nuestro perdón? Si no podemos perdonar al prójimo hasta que no nos perdonamos a nosotros mismos, y eso sucede en contadas ocasiones, ¿Es falso el perdón otorgado? ¿O es que en realidad no queremos reconocer que somos indulgentes por alguna promesa o creencia extraña hecha o adquirida en un pasado más o menos cercano?

El alma es atemporal, y una promesa es promesa mientras no se acabe de cumplir, (cosa que pocas veces suele suceder), no podemos traicionarnos de buenas a primeras, no podemos ir en contra de unos mandatos que nosotros mismos nos hemos impuesto, no podemos fallar ante el juramento realizado con cierta carga emocional.

No se puede seguir adelante en la evolución con rencores y odios innecesarios e inútiles. Si todo sucede por alguna razón en nuestra vida, quizás deberíamos pensarlo dos veces antes de seguir en la oscuridad que nos produce la amargura, la soledad a la que nos conduce la incomprensión de haber sido heridos en nuestro orgullo más humano., y buscar el verdadero significado de lo sucedido, para poder así comprender y pasar página, para sentir cuanto de lo que nos ha sucedido hemos infringido nosotros a los demás en algún momento de nuestra vida.

Nunca se es víctima o verdugo todo el tiempo, la misma polaridad de la que están hechas nuestra células exige el equilibrio entre el bien y el mal, al final todos los extremos convergen en un mismo punto, la evolución del alma a través del conocimiento de todas sus acciones sopesadas con la única intención de llegar a su principal y único objetivo; "EL AMOR INCONDICIONAL".

Todos y cada uno de nosotros nos imponemos cientos de cargas a lo largo de nuestra vida, "No lo volveré a hacer nunca", "No hay bastante perdón en el mundo después de lo que he hecho", "Nuestro amor será eterno", "Mejor que me calle para siempre", "Nunca seré capaz de hacer esto o aquello", "Nunca lo conseguiré"....

Pero nunca es mucho tiempo, y más aun la eternidad. Y siempre es para toda la existencia, y el mundo es muy grande como para no albergar el perdón que parece que no nos merecemos.

Repasemos todo aquello dicho con la suficiente carga emocional, y con la misma voz que las hicimos rompamos las promesa o juramentos autoimpuestos, desobedezcamos los mandatos que nos hicimos siendo conscientes de que ya no tienen validez en nuestra vida, seamos libres para decidir lo que vivimos en cada momento, y, sobre todo, practiquemos el perdón que el alma nos brinda para recuperar esa libertad que perdimos en algún momento de nuestra historia personal y  universal.


Seamos libres para perdonarnos. Quizás sea la libertad más sencilla y por sencilla, la que más nos cuesta cumplir, pero el ser humano es increíble y el alma tiene todo el tiempo del mundo para conseguirlo.


Una eternidad  libre es seguro más divertida.


Mo

 

 

 

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