LA HABITACIÓN DE UNA SOLA LLAVE
Casi siempre que mi compañero de trabajo y yo programamos un seminario, optamos por realizarlo en una casa de un pueblo cerca de Lérida, en Belianes. Es una casa antigua, de piedra, con un encanto especial, por la gente que trabaja allí y por ella misma.
Y casi siempre me dan la misma habitación para dormir, como si la casa me quisiera en ella cada vez que voy, se llama "Cariñosa", y es la única de toda la casa que tiene una sola llave.
Esta es antigua, de las grandes de hierro como corresponde a la edad de la misma, y además tiene una particularidad curiosa, la cerradura está al revés, se introduce con las pestañas hacia arriba y si quieres abrir tienes que girarla hacia la derecha como si la cerraras, y para cerrarla hacia la izquierda, como se abriría cualquier puerta de hoy en día.
Me encuentro bien en ella, tiene el techo en bajada, con vigas de madera que van de lo más alto hasta casi rozar el suelo, la única ventana que tiene te llega a la altura de la rodilla, que en mi caso no es mucha.
Es curioso como me ordena la vida un fin de semana siendo huesped de tan dulce habitación. Me insta a poner orden en el caos y en la prisa en que nos vemos inmersos la mayoría del tiempo. Tengo que hacerme consciente de donde guardo la llave en cada momento, de lo contrario no podría entrar si no por la fuerza, una fuerza destructora de puertas a la que nos acostumbramos tanto a lo largo de nuestra vida, el hacerme consciente de una llave me lleva a centrarme en pequeñas cosas que habitualmente suelo pasar por alto, a darme cuenta de que cuando dependo de mis propias decisiones soy más libre y más segura.
La gente que nos rodea, a la que queremos, a la que odiamos, la que nos recuerda algo o la que simplemente nos es indiferente, es testigo de todo aquello que hacemos, en ocasiones pueden darnos alguna pista de donde podemos haber guardado nuestra llave, pero al final somos sólo nosotros los que abrimos la puerta de nuestra conciencia y nuestras decisiones.
La "Cariñosa", tampoco tiene armario. ¿Para qué? Otra lección que me recuerda cuando estoy en ella. Guardamos tantos trastos inútiles dentro de ellos que al final no podemos separarnos mucho para que no desaparezcan todas las cosas inútiles que hemos amontonando en su interior.
Cosas por si acaso... cosas para cuando...cosas para recordar que...trastos inútiles que me anclan en un pasado que no puedo, ni debo, ni quiero olvidar y para lo que sólo me hace falta la memoria del alma. Los armarios sólo nos proporcionan un peso que nos impide movernos con libertad, no se puede viajar con demasiado equipaje, nos condicionamos a un espacio que no necesitamos para vivir y recordar.
Pero la lección más grande y más importante que me recuerda la "Cariñosa" cuando voy a verla, es que la única llave de mi vida, de mi viaje hacia la felicidad está en mi poder, aunque sea debajo de muchas capas de armarios que poco a poco voy decidiéndome a vaciar para dejar espacio a nuevos recuerdos todavía por vivir.
Mo