LA PERFECCIÓN DEL ALMA
21 grs. es lo que nos separa de ser simples mortales y nos asciende a la categoría de humanos con emociones. 21 grs. es lo que nos diferencia del resto de animales, o quizás no esté tan claro, no se si los animales tienen alma, no me acuerdo de cuando estaba en casa, no se si como dicen los budistas también somos almas encarnadas en ellos dispuestos a ascender en la jerarquía celestial...Lo que si se, es que mi alma necesita que la quiera, lo que si se, es que este cuerpo es un ratito en toda su existencia, un ratito bueno que cuando se acabe me permitirá volver a casa para contar a mis almas amigas las experiencias que he vivido y disfrutado. Porque para eso estamos aquí, para disfrutar de la alegría de vivir, para decidir por voluntad propia lo que queremos o no queremos sufrir.
Dicen que el alma ha de pasar por todas las experiencias para poder evolucionar, y, que una vez integradas, pasamos a la siguiente. Y si esto es así, ¿Qué nos hace estancarnos en las más difíciles y complicadas para estar repitiéndolas una y otra vez en un ciclo sin fin? ¿Cómo es que no las integramos a la primera igual que las más emocionantes, las más divertidas y las más felices?¿Qué nos empuja a revivir aquellas que nos traen tristeza, egoísmo y autocompasión?
El tiempo de aprender sufriendo está llegando a su fin, y ese fin no pasa por negar que lo hemos o lo estamos pasando mal, el aprender desde la alegría es simplemente hacer consciente el problema, aceptarlo y dejarlo marchar después de añadirlo a nuestro aprendizaje adquirido, para saber que pasa cuando tomamos qué o cual decisión. El aprendizaje es, en si mismo, una evolución que parece que hayamos olvidado, y la evolución pasa por reconocer las equivocaciones, las experiencias...pasa por integrarlas y seguir adelante en un sendero donde podemos encontrar la luz del camino, la serenidad del alma, la perfección de la que somos parte. ¿Qué nos hace pues repetir los mismos círculos envenenados que no nos dejan respirar la inspiración de sentirnos humanos? Y no vale pensar que somos demasiado humanos, nunca se es demasiado, o se es o no, en este juego no valen las medias tintas. ¿Será por eso que no avanzamos? Es tiempo de posicionarse, de elegir bando, o se cree o no se cree.
Ya no queda tiempo para el dolor eterno, rompamos pues las promesas, los juramentos y las imposiciones que cada día nos vamos haciendo casi de manera inconsciente.
La mente humana es increíble, con la parte de reptil de nuestro cerebro sobrevivimos en un mundo de depredadores, con el límbico sentimos y amamos (entre otras emociones), y con este cortex cerebral que la naturaleza y la evolución nos ha dado, y con el que deberíamos poder acceder a cualquier conocimiento y avance, lo único que hacemos es complicarnos la vida.
Si enfermamos por el inconsciente, empecemos a sanarnos por él, es la forma más rápida para llegar al increíble centro del que somos parte, a la conciencia pura, a la conexión permanente con nuestra intención y nuestra intuición, al corazón del alma.
Ya no valen las excusas. El ser humano sólo es libre en una cosa: "El libre albedrío para decidir lo que quiera, como quiera y cuando quiera". ¿Nos parecerá poco?
Decía mi maestro José Luis que todo es posible en la existencia del alma, ¿Será posible entonces que algún día lleguemos a querernos como nos quiere Dios, la evolución y el universo?
La vida es fácil, no la compliquemos.
Mo